Y unas reflexiones: ayer estuvimos en una conferencia en el colegio de médicos sobre los inicios de la oftalmología en Málaga, de finales del siglo XIX hasta los años 60; Muy interesante, era bonito ver como una parte importante de la praxis profesional consistía en consolar, animar y apoyar al paciente. El médico era, entre otras cosas, un hombro en el que llorar y buscar un aminoramiento de la ansiedad que provocaban todas esas enfermedades, por aquellos tiempos sin cura.
Hoy sin embargo, estaba pasando consulta, y en un número importante de pacientes, (por lo menos un 30%), de forma inconsciente, automática, me ponía en modo "cuidado con este paciente, es de los que denuncian". Que pena. Cuanto paciente buscándote las vueltas, exigiendo no el curarse o mejorar de su enfermedad, sino quedar "perfecto", como si nosotros fuéramos una especie de brujos que pudiéramos devolver la eterna juventud y la salud que lleva aparejada. Siento pena por las nuevas generaciones de facultativos. Esto va a peor.