Lo segundo es que mi hija, que era la intérprete, me daba miedo alguna veces; Los que conocéis a mi hija Paloma sabéis que es una chica muy dulce... Espantaba verla vomitar "¡¡¡Einen grossen bier!!! para pedir una simple cerveza. Yo pensaba ¿Esta es mi hijita?. Es que el alemán no es precisamente un idoma melodioso (Video1) (Video2). Lo tercero es que vengo de salchichas, chucrut y codillo, hasta el gorro... ¡Que ganas tenía de comer algo de pescado!. Esta gente se atiborra de salchichas, no es un tópico.... Así están de gordos.
Pero la verdad es que ha estado en general muy bien... El punto final del viaje ha sido Heidelberg, donde incluso tuve una especie de Síndrome de Stendhal... Es cierto, paseando por el Philosophenweg, que ha sido testigo del alumbramiento de tantas ideas geniales por parte de grandes filósofos, entre ellos Goethe, yo me sentía, me sentía... Cómo embebido de este espíritu filosófico, y esto es de tal forma que la inspiración espiritual acudió a mí, concebí una idea central de un corpus que podríamos resumir como "Las alemanas tienen las tetas -de media- bastante más gordas que las españolas"