Pues resulta que esta mañana en la sesión, un compañero ha planteado una cuestión delicada sobre una entidad nosológica que hacía tiempo que no salía a la palestra: la piojera genital, las ladillas, la pediculosis pubis o pthiriasis pubis para los puristas. Este simpático animalillo solo puede vivir donde hay glándulas sudoríparas de tipo apocrino, o sea vello púbico, axilar y pestañas. En los niños, como no hay vello en pubis ni axilas, se va a las pestañas, y es un tema delicado porque sólo se adquiere la infestación por contacto muy íntimo; esto incluye la ropa de cama y posibles abusos sexuales. La linea de contagio generalmente es: el padre se va de putas---> la pega las ladillas a la madre---> el niño duerme en la cama de los padres---> y ya está toda la familia con ladillas. No sé como estará ahora el tema (lo voy a investigar), pero hace unos años, cuando esta parasitosis era relativamente frecuente, era preceptivo derivar al niño a un pediatra para que descartara abusos.
Pero ¿Por qué hay tan poca pthiriasis pubis hoy día, con lo frecuentísimo que era hace unos años?. Yo tengo mi propia teoría: de un tiempo a esta parte se ha impuesto el rasurado genital (especialmente en el ambiente de la prostitución, según me han contado, je, je), e incluso en la población en general. Nada más tenéis que ver esa web (guesshermuff) donde amas de casa corrientes y molientes envían sus fotos para que se adivine como llevan sus partes íntimas... la mayoría van pelonas, o acaso una tirilla mínima. Es normal, no hay nada más desagradable que encontrarse un pelo en la comida.
Pero volvamos a la ciencia. El tratamiento tradicional era con pomada de óxido amarillo de mercurio, y como era difícil de encontrar, pautábamos el ahogamiento de las ladillas por el método de enterrarlas en pomada epitelizante. Lo ideal era retirar con unas pinzas la mayoría de adultos y liendres, pero esto era difícil, y C. Hernando introdujo una importante mejora en el tratamiento: desintegrar los parásitos con el laser de argón. Incluso se habló de publicarlo; lástima que en el 2005 se nos adelantaron unos tunecinos...
Me alegro por el Doctor Shi Shi P. Long, que finalmente ha conseguido imponer sus criterios higiénicos, controlando de esta forma esta terrible plaga.