Pero por otra parte, por el lado bueno, tuvimos varias alegrías: la cosa empezó con el ingreso de los dineros, acompañado de la extra y el piquillo que quedaba de la gestión: nos tendremos que ajustar el cinturón, pero por lo menos este verano vamos a planificarlo "a la antigua", como cuando no había crisis. Luego vino el triunfo de España; fue un partido malillo, pero la verdad que es divertido esto de ver un encuentro en ambiente altamente testosterónico y con los colores patrios pintados en la cara, como si fuéramos comanches. Y para fin de fiesta, la cena en sí, con Gustavo y Marisa y el resto de los compañeros, que fue un rato agradabílisimo, como suele ser habitual todos los años. Y lo mejor de todo: Juan no espurreó a nadie al contar ningún chiste. Desde que se junta con los rotarios está de lo más finolis...