Al pasar en primera persona como "usuario" por los hospitales, he podido comprobar varias cosas, pero especialmente dos me han llamado la atención:
1.- La comida, esa comida "que no se le pone ni a los perros", según se puede oír decir a algunos ingresados, es bastante buena. Sosa (normal...échale sal tu si quieres, bajo tu responsabilidad), pero variada... Pescado, paella, macarrones...¿Que cóño coméis en vuestras casas?¿Ambrosía?. Si tal mala está la comida, que te la lleven en un tupper de tu casa...El Hospital no es un hotel con "todo incluido"...
2.- Incluso sin saber que yo "era de la casa", el trato ha sido amabilísimo por parte de todo el personal: auxiliares, enfermeras, residentes, médicos. Todo muy bien hasta la aparición de la temida figura del "colmiller@", espécimen desagradable donde lo haya, floj@, maleducad@, amargad@ de la vida y de su trabajo, que empaña irremediablemente la imagen del paso del paciente por el hospital. Una pena. Desgraciadamente las reclamaciones con nombres y apellidos no sirven para nada, pero si se le acumularan varias a la misma persona (señal de que no son exageraciones de la gente) debería existir el mecanismo adecuado para poder expedientar de forma efectiva a est@s elementos. Y a la inversa: a los pacientes y acompañantes maleducados e insultones, se les debería poder administrar un correctivo. Pero eso, como dijo Jesulín de Ubrique después de leer El Libro de la Selva, es otra historia.