Como sabéis, ayer sobre las 2-3 de la madrugada el fenómeno de las lágrimas de San Lorenzo alcanzó su máxima intensidad. Se me ocurrió (como diría Jacinto) ir a los terrenos Imperiales para observar éste fenómeno. Dicho y hecho: mi mujer agarró su planisferio y nos encajamos en la muy noble villa de Sedella (50 minutos desde mi casa), donde después de tomarnos las cervecillas de rigor nos fuimos a lo alto de una loma, fuera de la zona de contaminación luminosa, a tumbarnos boca arriba y esperar. El espectáculo fue magnífico: nada más llegar al "observatorio", vimos un pedazo de bólido que parecía sacado de los efectos especiales la guerra de los mundos ¡fiuuuuuuuuuuu!. Daba hasta un poco de miedo, parecía que fuera a impactar en la tierra.
Estaríamos una hora o así, de una a dos de la madrugada y veríamos unas 15 estrellas fugaces.
Lo que iba a comentar es que antes de ir "de excursión" estuve animando a los amigos de mi calle (a muchos) para que se vinieran y a todos se la traía floja. Sólo se apuntó una amiuguita de mis hijas. Esta chica esa noche alucinó: aparte del espectáculo de las estrellas fugaces, estuvimos repasando las diferentes constelaciones en la bóveda celeste con el planisferio, viendo el magnífico espectáculo de la vía láctea... logicamente una chica de ciudad nunca había visto nada de eso.
A lo que iba es a lo siguiente: ¿Como está el personal, que un extraordinario evento como éste, gratis además, no le despierta el más mínimo interés? ¿Como es posible que me diga una vecina que prefiere ver no se que rollo de serie que ponían en la televisión?... No puedo entender el afán de algunas personas de tanto acumular patrimonio y tanto agobio por lo material y luego no saber disfrutar de estas cosas que te ofrece la vida y "de balde".
Perdonad lo filosófico del post, pero es que pensaba en este tema anoche mientras estaba tumbado boca arriba. En lo bien que lo estaría pasando mi vecina viendo el serial de TV...
PD: he puesto un par de fotos aquí por si os interesa