Este año hemos ido el nucleo no duro, sino ultraduro de Les Cuponiers. Por diferentes compromisos y otras historias no pudo acompañarnos MÁS NAIDE...
Nuestro (hiper)atento amigo Pepe G., conocedor de estos parajes como la palma de la mano, nos llevó a un mágnífico punto de observación de un nido de águilas perdiceras, donde había dos pollos y un adulto dando vueltas:
Aprovechamos para tomar allí mismo, bajando un senderillo, en el puesto de observación, un "piscolabis", como dice Pepe. Dicho piscolabis constaba de unas tapillas de morcilla, tasajo de tocino, queso, chorizo... Un picoteillo, vaya. La subida de la loma, ya de vuelta, acusó semejante atracón. Pero lo peor estaba por llegar:
Por cierto, que La Fábrica estaba petado de gente, pero afortunadamente empezó a caer una lluviecilla fina, y aquello se quedó para nosotros solos...