Daba un poco de pena Héctor, que como está algo mustio porque próximamente deja el nido, no pudo comerse más de dos o tres solomillos de 1kg; eso sí, a fuerza de pan y bebidas de diversa índole. También influyó algo el pequeño desayuno/piscolabis previo del que habíamos disfrutado, en el que no faltaron morcillas, queso, vinillo del bueno... lo típico de un pequeño tentenpié campestre.
Una hazaña más de Les Cuponiers ¿Cual será la Próxima?