Con los frecuentes tira y afloja que sufrimos por el tema de los antiangiogénicos, es frecuente que salga a relucir el NICE. Que si el NICE dice esto...que si el NICE dice lo otro... A mí, las recomendaciones del NICE no me suponen una guía fiable ni aconsejable, puesto que el sistema de salud inglés no es precisamente modélico... Todavía recuerdo, siendo residente, como embarcaban periódicamente pacientes ingleses en ferrys (como ganado) destino a Francia para operarlos de cataratas, en una muestra de colapso total de la capacidad quirúrgica de un sistema sanitario. Pues en relación a este tema, he leído una noticia que me ha dejado frío: en un hospital inglés han muerto 1.200 pacientes en cuatro años por causas evitables (como por ejemplo tener que beber agua sucia de los floreros porque cortaban el agua de grifo a determinadas horas para ahorrar). El problema es que, como no espabilemos, aquí vamos a eso... En Inglaterra, como sabéis, la sanidad se gestiona por organismos privados de financiación pública (o sea lo que están haciendo en Madrid), y lógicamente impera el ahorro, el ahorro, el ahorro, hasta llegar a estos extremos. Ya os relataba en nuestras interesantes charlas del desayuno Civilino, como me contaba mi mujer que en la última guardia que hizo, antes de ponerle la insulina a un niño diabético (y que por lo tanto había que darle de comer previamente), a las cuatro de la mañana, con el bar del hospital cerrado, buscó algún piscolabis, jamón york, o un bollo, o algo por las neveras de la urgencias, donde antes surtían de estos pequeños refrigerios, y nada. Llamó a la 5ª de pediatría, y nada, todo vacío. Al final le dio al niño un yogur que ella siempre pide en la cena (odia el yogur, pero lo pide siempre para fastidiar y hacer gasto). Es un hecho aislado, pero de muy mala sombra. El chocolate del loro.
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